jueves, 4 de mayo de 2017

Sobre la galaxia, la antigüedad y la insanidad del yo.

Hace unos días fui con mis hermanos a ver Guardianes de la Galaxia Vol. 2. Película que espere con mucha ansiedad debido a lo buena que fue la primer entrega de esta -posible- trilogía. Como de costumbre, dado que aun no ha pasado la semana sin spoilers, en esta ocasión no habrá spoilers.



La historia comienza dos meses después de la conclusión de la primera parte. Nos presenta la dinámica del equipo, sus problemas y un poco de los orígenes de la mayoría de los personajes. La trama principal tarda en comenzar, sin embargo es perfectamente desarrollada. Mientras ocurre el inicio del climax, se nos muestra la química entre los protagonistas resolviendo varios problemas. El giro de trama es excelente y en verdad tiene impacto en el espectador. Se abusa un poco de la comedia aunque no se sienten metidos con calzador ciertos gag's. Una película de los guardianes de la galaxia sin chistes es como una carne asada sin cerveza: Es buena, pero no se disfruta igual. Antes del final hay un momento épico, dos de las cinco escenas post créditos aportan algo de información sobre el futuro de la franquicia, el soundtrack es bueno pero no tan memorable como el de la primer película y creo que es todo lo que podría decir sin caer en indeseables adelantos. En fin, vayan a verla a la de ya.

Durante el lapso de tiempo que duro la proyección en mi mente solo había un pensamiento:
"Ricardo, eres un alma vieja". Claro, muchas de las personas que me conocen relativamente bien pueden dar por válido este hecho, para los que no tienen ni idea de porque lo digo, les explico con una frase dicha por una amiga mía hace ya muchos años: "Ricardo, eres de los que todavía calienta sus tortillas en comal". 

Sí, soy de ese tipo de personas chapadas a la antigua en muchos aspectos. Desde la música, cierto estilo de vestimenta, la lectura, hasta mi forma de pensar. Es por ello que regularmente cada que veo/leo/escucho algo producido muchos años antes que mi sola existencia no puedo evitar soltar suspiros. O bien, cuando me cuentan sucesos que yo en lo particular no haría bajo el contexto que mencionan, no puedo evitar decir algo como "La juventud de ahora" o alguna frase similar. Caso concreto: Hace unos días platicaba con algunos especímenes interesantes (o algunos compañeros de Ciencias de la Tierra, como les parezca mejor) y mientras me contaban de sus desmadres amorosos y rituales extraños de ligue/apareamiento, además de hacer como que me interesaba el tema, vino a mi mente: ¿Y el romance donde quedo?. Digo, yo soy aun de flores y canciones. Lo vuelvo a repetir, estoy hecho un anciano. Los tiempos cambian y yo ya me quede atrás al parecer. Llevo ya un rato sin una relación "seria". Mi perspectiva con las relaciones de pareja es la de un wey de unos 40/50 años, no digo que me moleste, pero es algo particularmente extraño.

Además de ser un anciano mental también soy un egolatra. Se que a la larga esa combinación puede ser dañina, pero es algo que comienzo a pensar se encuentra en mi ADN. No hay Ricardo sin ego y no hay ego sin Ricardo. Aunque por sucesos que han pasado en estos días, puedo decir que eso ha venido a la baja. Lo años y el ego te llegan a hacer blando. Es gracioso, probablemente sere de esos ancianos-desmadre que vivirán al límite sobre el final. 

En fin, el ego es algo dañino amigos míos, tengan sus dosis de egolatría con moderación y en caso de molestias, consulte a su médico. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario